jueves, 6 de septiembre de 2012

DIEZ COSAS QUE NO PUEDES HACER EN AUSTRALIA. Capítulo 1.



1. Tener Prisa

“Basta de dar envidia” se me han quejado algunos. Bueno, este país está igual de abierto para mí que para muchos de esos que comentan sobre mi vida aquí como si fuera fruto de un milagro o algo parecido.
Venid, leches.
Ya lo dije una vez lo de “No me voy de España por mis padres” es el nuevo “no me divorcio por mis hijos”.
Para los que insistís en quedaros pero no queréis “pasarlo mal” con lo que os cuento, aquí tenéis una lista de cosas que os hará pensar que estáis mejor comiendo jamón y viendo Sálvame que aquí.


Lo llevas claro. Eso tan español de entrar en un bar gritando “¡un cortado!!!”, dar un golpe con la moneda contra la barra, tomarlo de un sorbo y salir relamiéndote el bigote aquí no existe. Aquí entras en los cafés y te atiende un hipster desnutrido con barba y pantalón de pitillo, te saluda, alaba tu camiseta, te pregunta cómo te está yendo el día hasta entonces, te explica que a él no les está yendo mal tampoco, te sonríe y entonces ya, te pregunta qué quieres. Tú le dices que un café, pero él abre los ojos, sonríe más y te pregunta que si latte, que si capuccino, que si flat white… tú dices que latte está bien porque te gusta la espumita y quieres acabar ya con eso porque llegas tarde al trabajo a tu clase de surf o a tu cita con un canguro. Pero el hispter vuelve a sonreír, mira a su compañera hipster que te sonríe también con sus labios pintados de rojo y vuelve la espalda hacia la cafetera enseñándote unos tatuajes muy molones que se hizo en Melbourne en un festival to chulo para el que tú ya te has comprado entradas para 2014 (para 2013 no quedan ya, por supuesto) y el hipster te pregunta que si large, que si small que si sugar que si un shot o que si dos. Le dices que sí a todo y entonces él te dice que sueltes 5 hermosos dólares y te da un palito con un número.

Tú miras el palito como buscando la espuma de la leche y él te dice que te sientes, que ya si eso te lo lleva cuando le salga del aro ese tamaño bagel que se ha metido en el lóbulo de la oreja.

Y tú te sientas en unos sofás maravillosos, y al lado hay una familia de guapos con niños que no gritan ni hacen ruido, y suena un musicón que sacas el Shazam hasta que echa humo, y fuera brilla el sol, y hay un montón de revistas de diseño, y empiezas a sonreír y a relajarte mientras ves como la hipster dibuja corazones con la leche en el café y esperas tranquilamente que te lo traiga, porque, hay que joderse, el café es una auténtica maravilla.

Continuará...

Estos son los cafés a los que debes ir en Brisbane: