viernes, 16 de noviembre de 2012

Adiós Facebook




Ya no me gusta Facebook. A todos los que me habéis preguntado, os respondo eso porque ese es el motivo para cerrar mi cuenta, o anularla u olvidarla o lo que sea que haya que hacer para retirarse.
Ya no me gusta porque ocupaba muchísimo tiempo subiendo fotos que trataban únicamente de “mira qué hago”, “mira qué como” y “mira que bebo”. Todo ya muy vacío o demasiado lleno de "yo yo yo". Además se me había atiborrado el news feed de publicidad y lo que no era publicidad era muy a menudo “hace frío”, “hace calor” u “hoy le he puesto patata a mi gin tonic”.
Ya no me gusta.

Por inercia, por pereza, o por lo que sea, perdía ya demasiado tiempo en ello. Ha habido días que no he abierto un periódico pero sí he abierto Facebook, y la verdad es que no quiero ser así.

Mi intención ahora es repartir ese tiempo en escribir cosas más largas -en mi blog-, y cosas más cortas, -en Twitter-. 
Y sobre todo voy a intentar que ese tiempo sea el que me sobre después de haber escrito cartas largas a mi madre, haber hablado por skype con mis amigas, haber leído con calma los correos que cruzo diariamente con gente a la que me encanta leer y a la que justamente conocí a través de los blogs…


Si alguien está pensando en hacer lo mismo pero necesita un empujoncito de ayuda, propongo  un ejercicio de imaginación:

Te han invitado a una fiesta, ahí va a estar toda la gente que conoces y adoras, también, ¡oh, sorpresa! están tus  amigos del cole con quienes habías perdido el contacto; también los primos del pueblo, que son muy salaos y solo los ves en Navidad; aquel tío/tía bueno/a que conociste hace 5 agostos y al que al mirarle a los ojos se te erizan los pelos del cogote. 
También están los de aquel verano estudiando en Irlanda, los compis guays del curro y, en fin, todo es maravilloso. Bebéis en copas de balón, sonreís, os hacéis fotos con una lomo, ponéis morritos y tú eres feliz gracias a Facebook que te ha dado todo eso.

Pero ahora, fíjate bien, los espejos de las paredes de esa casa no son normales. Acércate... ¿te das cuenta? no son espejos en realidad, son cristales y tras ellos hay gente observándoos. Son el señor de Telepizza, el de Privalia, el de Evax, el de Hyunday... y son ellos quienes os han reunido ahí para ver qué hacéis, qué coméis, que os gusta y cómo os pueden vender sus cositas.

Eso es Facebook en realidad, te puede dar igual claro, pero eso es.

Hace cuatro años hablé de cómo Facebook podía matar al amor Resulta que a mí me ha pasado al revés, por eso me siento, en parte, como una ingrata al renegar de quien me ha presentado a mi pareja y a un amigo imprescindible, Cochepo. 
Por eso, antes de decir adiós, Marck Zuckerberg, te doy las gracias de corazón.

@ninaraval


jueves, 6 de septiembre de 2012

DIEZ COSAS QUE NO PUEDES HACER EN AUSTRALIA. Capítulo 1.



1. Tener Prisa

“Basta de dar envidia” se me han quejado algunos. Bueno, este país está igual de abierto para mí que para muchos de esos que comentan sobre mi vida aquí como si fuera fruto de un milagro o algo parecido.
Venid, leches.
Ya lo dije una vez lo de “No me voy de España por mis padres” es el nuevo “no me divorcio por mis hijos”.
Para los que insistís en quedaros pero no queréis “pasarlo mal” con lo que os cuento, aquí tenéis una lista de cosas que os hará pensar que estáis mejor comiendo jamón y viendo Sálvame que aquí.


Lo llevas claro. Eso tan español de entrar en un bar gritando “¡un cortado!!!”, dar un golpe con la moneda contra la barra, tomarlo de un sorbo y salir relamiéndote el bigote aquí no existe. Aquí entras en los cafés y te atiende un hipster desnutrido con barba y pantalón de pitillo, te saluda, alaba tu camiseta, te pregunta cómo te está yendo el día hasta entonces, te explica que a él no les está yendo mal tampoco, te sonríe y entonces ya, te pregunta qué quieres. Tú le dices que un café, pero él abre los ojos, sonríe más y te pregunta que si latte, que si capuccino, que si flat white… tú dices que latte está bien porque te gusta la espumita y quieres acabar ya con eso porque llegas tarde al trabajo a tu clase de surf o a tu cita con un canguro. Pero el hispter vuelve a sonreír, mira a su compañera hipster que te sonríe también con sus labios pintados de rojo y vuelve la espalda hacia la cafetera enseñándote unos tatuajes muy molones que se hizo en Melbourne en un festival to chulo para el que tú ya te has comprado entradas para 2014 (para 2013 no quedan ya, por supuesto) y el hipster te pregunta que si large, que si small que si sugar que si un shot o que si dos. Le dices que sí a todo y entonces él te dice que sueltes 5 hermosos dólares y te da un palito con un número.

Tú miras el palito como buscando la espuma de la leche y él te dice que te sientes, que ya si eso te lo lleva cuando le salga del aro ese tamaño bagel que se ha metido en el lóbulo de la oreja.

Y tú te sientas en unos sofás maravillosos, y al lado hay una familia de guapos con niños que no gritan ni hacen ruido, y suena un musicón que sacas el Shazam hasta que echa humo, y fuera brilla el sol, y hay un montón de revistas de diseño, y empiezas a sonreír y a relajarte mientras ves como la hipster dibuja corazones con la leche en el café y esperas tranquilamente que te lo traiga, porque, hay que joderse, el café es una auténtica maravilla.

Continuará...

Estos son los cafés a los que debes ir en Brisbane:

jueves, 21 de junio de 2012

Si se trataba de ser feliz


Cuatro meses aquí ya y todavía no puedo decir nada malo, la verdad es que vivimos cada día como si fuera viernes.

Sé que esto no va a durar siempre, que la novedad le saca brillo a lo bueno y empuja las nostalgias a los lados para que no aparezcan en el cuadro de esta vida alegre.

Quiero ser sensata para evitar en lo posible el golpe contra la realidad cuando todo se normalice, cuando haya rutina y problemas, “que los habrá”, me repito.

Le busco explicaciones a la felicidad para racionalizarla y llamarla de otra forma, no sé, buena racha, o algo así.

¿Por qué va todo tan bien? ¿Cuáles son los secretos del éxito para el emigrante a las antípodas?

1 El idioma, por supuesto. Tanto M. que vivió en Reino Unido hasta odiarlo, como yo que soy traductora hablamos inglés sin problema. Pero hay un añadido, no es sólo que hablemos el mismo idioma, es que es su idioma. Quiero decir que si me hubiera ido a la China, mal en parte porque no hablo chino claro, pero podría entenderme con quien hablara inglés o francés. Eso lo sé, pero no sería su idioma.

Hemos venido a Australia y hablamos su idioma. Eso mola. Nos sitúa en una posición favorable por mil motivos.

2 Los amigos. Tenemos amigos, no me refiero a conocidos, hemos conocido a mucha gente, sí; pero tenemos amigos, será porque cuando llegas estás muy perdido y tienes el corazón más abierto o porque tienes un hueco por llenar y eso se nota. Por lo que sea.

Forman ya parte de nuestra vida J&J, Chris y Nat, Doron y Christine, Sònia, Xavier... Y nuestros vecinos, compañeros de trabajo, de juergas, de paellas, de yoga, de viajes, de ir al súper, de todo... los imprescindibles Laia, Pablo y Patricia.
Y llenamos con todos ellos las tardes, los fines de semana, y nos ayudamos, y nos queremos porque, y eso lo tengo muy claro, sin amigos no se puede vivir.

3 L’amour, oh l’amour… estoy casada con un hombre de otro planeta. Y soy feliz con él como nunca lo he sido con nadie. Adoro a su familia y a sus amigos, admiro su trabajo y su cabeza extraña. Le amo con todo el cuerpo y con la mente, y espero que no se canse nunca de tantos te quieros que me salen siempre a borbotones.

Dejar todo e irte tan lejos, quedarse todo lo importante tan atrás, faltarte los cimientos… Eso sólo lo puedes hacer si eres muy fuerte, que no es mi caso, o si confías tanto en tu pareja que sabes que sea lo que sea lo que hagas, si lo haces con él será perfecto.

4. Australia. He vivido en muchos sitios y he viajado como si fueran a desaparecer las ciudades y se me agotara el tiempo. Australia está siendo EL LUGAR. Es un paíis maravilloso, donde la gente es honesta y generosa, hay trabajo, hay optimismo e ilusión. Si no lo creéis, ved esto:

Si se trataba de ser feliz, lo hemos conseguido.

viernes, 27 de abril de 2012

Cosas de Australia 4. Obviamente…



…al día siguiente de ir a comprar todo lo que nunca llegaba y se necesita para tener un hogar, nos llamaron de aduanas y nos dijeron que el contenedor ya estaba aquí. 
Tres meses después de mandar nuestras cosas, sin tener ya esperanzas y 24 horas después de gastar cuatro veces más de lo que costaron en España nuestras cosas han llegado.

Primera reacción, sorpresa.
Segunda, alegría.
Tercera, cabreo.

Asimiladas todas las fases concretamos que al día siguiente a las 14 llegaba el camión y yo me encargaba de recibir todo, dado que el camión cabía seguro en el garaje, se me da bien calcular estas cosas.



Ñeeeeeeeeeeeeeeeeec, rascada en las paredes.

-       - Bueno, lo bajáis aquí, lo lleváis por el jardín hasta las escaleras y lo subís los dos pisos hasta casa, verdad?
-       - No


Y así fue como tuve que subir yo solita los 6 metros cúbicos de enseres, entre los cuales había dos bajos ESP y Rickenbaker, amplificadores, monitores, ordenadores, toneladas de ropa de cama y toallas y mil mierdas más que YA NO NECESITO.

Creo que lo mejor será que monte una pastelería, porque si no, ¿dónde voy a encontrar un cajón de la cocina para meter todo esto?




martes, 3 de abril de 2012

Cosas de Australia 3. Un mes aquí



Después de un mes aquí toca hacer un poco de repaso.
Leo los periódicos on line y se me cae el alma a los pies, y quiero que vengáis y os alejéis de esa vergüenza desmedida que es ya España. Pienso en mis padres y en general en los que ya no son tan jóvenes y no pueden acometer la aventura de empezar una vida de nuevo. Y me encojo un poquito.
También me pongo triste cuando hablo con mi suegra, porque es maravillosa, y divertida, y se le escapa una tonelada de amor en cada palabra y me dan muchas ganas de abrazarla y llenarla de besos.
Y siento también perderme ver la cara de Luna cuando nazca, y notar la felicidad de Simo e Isra de cerca.
Eso respecto a vosotros que estáis tan lejos…
Respecto a Australia, a Brisbane, a la vida aquí… todo está bien. Vivir aquí es fácil, es alegre, es como el clima.
La gente es honrada, respetuosa. Aquí nadie mira mal a un mendigo o a un borracho, aquí dan por sentado que todo el mundo es bueno hasta que te demuestre lo contrario. Y lo contrario no ocurre. Aquí no existe la picaresca mediterránea esa de, con mucha gracia, eso sí, intentar metértela doblada.
Se vive bien.
Si se tiene dinero claro.
Nuestras cosas siguen en algún punto de alta mar, suponemos.
Ya no podemos o no queremos vivir con tan sólo lo que trajimos en la maleta y lo que compramos “para ir tirando” hasta que llegara el contenedor. Mañana vamos a Myer a gastarnos otros soplecientos mil dólares en más cosas que necesitamos: batidora, discos duros, sábanas, cafetera, secador, bandejas, toallas, plancha, edredón, cuchillos...
Y yo… abandono mi plan de vivir la vida, descansar después de 20 años trabajando, de estudiar una tercera carrera o viajar. Me he dado cuenta de que no sé disfrutar del tiempo libre y el dinero si no lo puedo compartir con quien quiero.
Voy a trabajar.

martes, 27 de marzo de 2012

Cosas de Australia 2. Vila Toscana



Ya tenemos casa.
De la Antigua nos queda la mala experiencia de haber convivido con una cincuentona bipolar y sus dos mascotas agonizantes y la gran suerte de haber conocido a J&J.
Ojalá la relación con estos últimos dure mucho mucho tiempo.
Ahora vivimos en New Farm, un barrio “guay” en el sentido de que es el punto de encuentro de la peñita bohemia de Brisbane sin ser un barrio hippy como es West End, que me habría gustado más, pero bueno.
En New Farm están las galerías de arte, los gafapastas de brazos tatuados, zapatillas de camping de abuelo y flequillo al viento.
Es también el barrio de los restaurantes asiáticos. Eso mola porque llevamos cenando muy variado desde que llegamos aquí.
Hay dos calles principales, Brunswick, que es la alternativa y James, la más cool.
Nuestra casa va de Brunswick a James
Y nuestra casa mola.
Después de dar vueltas y vueltas y ver pisos amueblados ni fu ni fa que costaban unos 2.500€ al mes decidimos alquilar uno vacío y pagar un poquito menos.
Nuestro único requisito fue que tuviera dos dormitorios para cuando vengáis a vernos.

Tiene además un bonito jardín con un espacio con mesas sillas y barbacoas y plaza de garaje.

Cuando nos fuimos de Madrid, sabiendo que todo cuesta aquí el triple decidimos mandar un contenedor de 6m3 con nuestras cosas dentro.
Eso ha costado un congo.
Pero tenía sentido, “si todo es tan caro, lo llevamos y algo nos ahorramos…”
Pero ese contendor nunca ha llegado, nuestras cosas siguen en el puerto de Valencia esperando que algún discípulo de Camps ponga un sello y mande las cajas a Australia.
Y aquí necesitábamos esas cosas.
Y las hemos tenido que volver a comprar.
Así que los cálculos son más o menos estos:
Artículo X costó en España p.e 100 (se envió porque aquí costaba 300)
Llevar el artículo X de España a Australia cuesta 50
Comprar de nuevo el artículo X aquí porque no ha llegado 300
Total 450
Así que cada vez que como, miro el tenedor y pienso que tiene un precio medio de 30€
Alegría, alegría.
Lo otro gracioso es lo de los muebles.
Porque piso sin amueblar significa eso…
Entramos en nuestro flamante apartamento de Vila Toscana con nuestras maletas y todo estaba vacío.
Lo primero fue comprar un colchón y la primera noche dormimos en el suelo.
Al día siguiente compramos una cama.
Y el resto poco a poco porque la realidad es que no hay muchas opciones.
Existe Ikea, pero venir a las antípodas para comprar muebles suecos es una cretinez, además de que nunca me han gustado y aquí es caro, el triple, como todo.
Hay una especie de Ikea australiano que se llama Amart y que si cabe me gusta aún menos.
La otra opción es comprar en Antique shops.
Los dueños de estos sitios recogen muebles viejos, les sacan el polvo y los ponen en tiendas muy chulas con música molona y dos veinteañeros guapos sirviendo capuccinos.
Entonces ya no es un trasto viejo, es un mueble vintage.
Y vas tú (bueno, yo) y pagas 15 veces más de lo que vale y te vas a casa contento porque eres moderno y no compras en Ikea.
Estamos llenando la casa de cosas restauradas, más o menos bonitas y bastante estafa. Pero nos gustan.
Y así ando, gastando una fortuna y media al día para intentar que el apartamento de Vila Toscana parezca un hogar.
Espero que os guste.

jueves, 22 de marzo de 2012

Cosas de Australia 1. Los Aussies



Llevo dos semanas largas ya en Australia.
Aún no había escrito porque creía que lo que estaba viviendo hasta el momento no era emocionante, ni especialmente divertido, ni… no sé.
No me parecía que nada estuviera a la altura de mis anteriores historias.
Hoy he entendido que nunca lo estará.
He venido aquí a vivir.
Todo lo anterior, viajes a Birmania, proyectos de cooperación en Nepal o Nicaragua, fugas de Perú a Brasil… todo eran aventuras.
Esto va a ser mi rutina, por mucho que sea rutina en las antípodas.
Al final me decido a escribir porque cumplir con lo pendiente me hace feliz.
Así que aquí estoy, dispuesta a contar cosas de este lugar. He preparado un listado de particularidades que me han llamado la atención, espero que os hagan gracia:
La primera cosa curiosa de esta gente es que no cambian la hora. El resto de Australia sí, ojo, sólo en Queensland han decidido que no.
Nadie fuma, sólo he visto fumar a los yonkies y a los homeless borrachos.
En las casas está prohibido fumar, me refiero a tu casa, la casa que alquilas y por la que pagas un dineral cada dos semanas.
Sólo puedes fumar en una casa si te la compras.
La gente sólo bebe si no va a conducir. Si cogen en el coche no se toman ni siquiera una cerveza.
Ikea es el doble de caro que en España. Aquí dicen Aikia. J
El café con leche es absolutamente delicioso. Hasta ahora es lo que más me gusta de aquí.
La gente, los desconocidos, te saludan por la calle. Son tan amables que llega un momento que parecen bobos.
Que te venga una persona a limpiar la casa, una keli, cuesta 35$ la hora. Más de lo que cobra un científico en España.
En el super, si pagas con tarjeta, da igual cuanto, puedes pedir que te den dinero de tu cuenta o de tu crédito en efectivo. Se llama cashback. Te compras un paquete de chicles de 5$ y pides 100 en billetitos.
Si vas sin casco te multan. Me refiero a yendo en bici.
En los bares y restaurantes no hay lavabo, están en la parte de atrás o en la primera planta de los edificios. Lo comparten varios comercios, es de uso público y siempre están limpios.
El transporte público es una desgracia, lo reconocen los propios australianos.
Un billete sencillo cuesta 5$.
El agua es gratis, la electricidad y el gas sí se pagan.
Los semáforos son eternos, agotan tu paciencia. Pero nadie cruza en rojo.
Aquí coges sitio en una terraza, dejas el iPhone, iPad, cartera y todo en la mesa y te vas dentro a pedir. Nadie roba, todos son descuidados porque nadie roba.
He visto a muchos australianos caminar descalzos por la calle. A mí me parece una guarrada. Mi opinión general sobre sus hábitos de higiene es negativa. Pongo un ejemplo: en Bikram hay unas 25 personas haciendo yoga a 40 grados. Pues en todo la escuela hay una sola ducha y soy la única que la usa. El resto se pasan una toallita por la cara y se van. Una cerdada.
Todo es carísimo, especialmente el alcohol. He probado algunos vinos australianos y no me están gustando de momento.
Y de mí vida aquí puedo decir que pasé la primera semana buscando un apartamento para M y para mí. Eso se hace igual que en España, se mira en Internet, se llama a las agencias, se patean calles y barrios se paga y listo.
La diferencia es que no conocíamos las agencias, ni las calles, ni los barrios ni nada.
Esta siendo todo lo difícil que se espera que sea el empezar una vida lejos.
Pero tan lejos…

jueves, 12 de enero de 2012

Dejarte fue como apagar
el extractor de la cocina.